martes, 22 de noviembre de 2011

No entiende por qué tanto odio por parte de la familia de Ciro Castillo
Polémicas declaraciones de Rosario Ponce
Afirma  merece respeto de la prensa

La mañana de hoy, Rosario Ponce, seguro mientras pensaba que escribir en las próximas páginas de su libro, recibió la visita de un periodista de la cadena Univisión. Quien venía a hacerle una entrevista; y ella, que últimamente se muestra muy jovial y locuaz, no dudo en concedérsela.
“¿Qué pensará Ciro desde el cielo?: ‘¿Por qué mi papá se ensañó tanto con ella?’ ‘¿Por qué tanto capricho de decir que me han matado?’ ‘¿Por qué no querer buscar la verdad y hacer un linchamiento mediático?’ Él me acusó de asesinato, pero cuando uno quiere demandar a alguien lo hace en privado, pero él se pasó más de un mes diciendo que iba a evaluar y luego dijo que iba a demandar. Se la pasó llamando a la prensa. ¿En qué momento esto se convirtió en un circo?”, reclamó.
“Considero que esta familia cultiva mucho rencor hacia mi persona y no comprendo por qué. Por lo menos compartí todo el verano como enamorada con su hijo. pero nunca se respetó eso”, agregó.
“YO ERA QUIEN LLEVABA LA VERDAD”
La joven también recalcó que “al tercer o cuarto día” de su rescate, se convirtió “en la villana de la historia”. Ella afirmó que esto fue producto de “no querer declarar ante la prensa” y “no querer ventilar” su vida privada. “Vinieron periodistas a decir que si no hablaba, ellos tenían influencia con la fiscalía”, añadió.

Ella afirmó que ni la prensa ni la fiscalía le creyó. “La prensa piensa que porque sacó sus exclusivas podían hacer un linchamiento mediático. Se creyó en chamanes y brujas y se dejó de lado la razón. Yo era quien llevaba la verdad, pero no me quisieron escuchar. La fiscalía no me escuchó”, dijo.

Perfil psicológico de asesino y ex capitán de la marina de guerra de Argentina
Alfredo Astiz: El niño asesino
Verdugo fue condenado a cadena perpetua

A pesar de tener rasgos físicos casi infantiles; la personalidad de Alfredo Astiz no se acerca ni en lo más mínimo a la de un niño. Aquel hombre joven, rubio y con cara de infante, símbolo de la represión ilegal en última dictadura militar argentina (1976-1983) fue condenado hoy a prisión perpetua, por crímenes, torturas y secuestros, anunció el Tribunal.
Astiz fue el responsable de haber enviado a la muerte a tres mujeres cuyo único delito era manifestarse con un pañuelo blanco en la cabeza solicitando información sobre el paradero de sus hijos desaparecidos.
Aquel joven, reconocieron espantadas otras Madres de la Plaza de Mayo, era el amable muchacho que se había acercado a ellas para expresarles su solidaridad, el simpático rubio que se ofrecía a llevarlas de un lado para otro, sin que ellas sospecharan que estaba simplemente "marcándolas" para que otros compañeros de la Escuela Superior de Mecánica de la Armada las secuestraran e hicieran compartir el destino de sus hijos.

Astiz fue también acusado de participar en la tortura y asesinato de dos monjas francesas, delitos por lo que Francia solicitó su extradición, denegada por Gran Bretaña en virtud de la Convención de Ginebra sobre prisioneros de guerra. Igualmente fue el responsable de la desaparición de una adolescente, hija de padre sueco, Dagmar Hagelin, por cuya vida llegaron a pedir expresamente el presidente de Estados Unidos Jimmy Carter y el Papa. Testimonios de testigos presenciales aseguran que Astiz disparó contra la joven, que había ido a visitar a una amiga, y que huyó despavorida al encontrarse con hombres armados. Herida y viva, la introdujo en el maletero de un coche y nunca más se llegó a saber nada de ella.

De regreso a Argentina, Astiz se mantuvo en libertad hasta 2006 en que fue procesado, inicialmente, por el caso de las monjas francesas.
Durante el juicio ante el Tribunal Oral número cinco, Alfredo Astiz, que cumplirá 60 años este mes, entregó una copia de la Constitución argentina a los tres jueces que presiden la sala y reclamó ser tratado como “un perseguido político”. Astiz proclamó: “Yo cumplí y cumplo la Constitución. He dado al combate lo mejor que pude”. En unas declaraciones recogidas en su día por una periodista argentina, el marino afirmó: “Lo digo siempre: soy un bruto pero tuve un solo acto de lucidez en mi vida. Meterme en la Armada”.